Héctor Justino Hernández (Córdoba, Veracruz) es licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas y estudiante de la maestría en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Ha publicado varios libros, entre ellos Dimorfismo (2019), La isla que nos llama (2021), La máscara de Miguel (2021) y Acaso un descubrimiento a mitad de la noche (2025). Su obra ha sido reconocida con premios nacionales de cuento, ensayo y ciencia ficción, como el Premio José María Mendiola y el Premio Raúl Padilla López. Ha sido becario del PECDA Veracruz y del Taller de Novela UNAM. Actualmente es miembro de la revista literaria Tintero Blanco.

Para este escritor mexicano, la literatura es un ejercicio de sensibilidad y forma, una exploración estética que inevitablemente pasa por su identidad LGBT, no como bandera, sino como lente desde donde se observa y transforma el mundo. “La literatura se alimenta de la experiencia”, asegura, y por eso, aunque su interés primordial está en el estilo, el lenguaje y la creación de mundos narrativos, su identidad influye en lo que escribe y en cómo lo escribe.

Su camino no comenzó con libertad absoluta. En 2010, cuando daba sus primeros pasos como lector y escritor, la literatura LGBT era todavía un terreno escasamente explorado, poco visible en librerías y catálogos editoriales. Aun cuando sus primeros escritos tocaban lo queer, el miedo a no ser comprendido o publicado lo llevó a distanciarse de esos temas al principio de su carrera. Por eso hoy siente que sus textos iniciales no le representan del todo. Con el tiempo, sin embargo, fue encontrando la forma de integrar esa dimensión sin necesidad de convertirla en el centro temático de su obra.

A Héctor le interesa más crear obras como arte, no se considera un activista que  usa su obra como vehículo político directo, aunque reconoce que “lo personal es político” y que toda narrativa lleva implícita una postura ideológica. 

Su trayectoria como autor incluye publicaciones con editoriales independientes y participación en antologías de temática diversa, desde la ciencia ficción hasta la minificción queer. Su primer libro, La isla que nos llama, fue publicado por una institución cultural veracruzana, experiencia que recuerda con gratitud, aunque también con la conciencia de los límites de distribución que enfrentan este tipo de proyectos. A pesar de ello, mantiene la esperanza de que sus textos encontrarán su camino hacia los lectores adecuados.

En su narrativa, la pérdida, el deseo y la disidencia se configuran como motores constantes. Escribe sobre lo que le interesa, sin encasillarse en etiquetas. Aunque personajes LGBT aparecen en su obra, no los considera el núcleo de su propuesta. Se interesa también por el potencial de la ciencia ficción y la fantasía para abordar la condición humana desde nuevas perspectivas.

Reconoce que, aunque la literatura LGBT en México ha avanzado, todavía existe una barrera de nicho: muchas veces, tanto escritores como lectores ajenos a la comunidad se aproximan con recelo a estos textos. Además, señala que no existen suficientes maneras de generar difusión para los proyectos.

Su visión de la “literatura queer mexicana” es crítica y matizada. Considera que hay una tradición, especialmente en torno a lo gay, pero aún faltan espacios y publicaciones que visibilicen otras identidades como lo trans, lo lésbico y lo no binario. 

En su experiencia, los personajes LGBT en la literatura mexicana deben ser tan complejos como cualquier otro, pero con el añadido de tener que lidiar con su orientación dentro de contextos adversos. Lo que busca en la literatura es precisamente eso: personajes entrañables que no estén definidos únicamente por su identidad, sino por su humanidad.

Héctor Justino comparte un consejo a quienes comienzan a escribir desde experiencias queer, les deja un consejo sencillo pero crucial: “Trabajen sus textos, no se conformen con el primer intento. La identidad es importante, pero también lo es la búsqueda artística”. Porque si algo ha dejado claro con su obra es que la literatura, cuando es honesta y bien construida, trasciende cualquier etiqueta.